En el deslumbrante mundo de las rumberas cubanas, donde las caderas se mueven como las olas del Caribe y los corazones laten al ritmo pulsante de la rumba, existió una carrera breve pero intensa que aún brilla en los anales de la historia de la danza. Alicia Parlá, un nombre no tan conocido como Ninón Sevilla, Amalia Aguilar o Blanquita Amaro, dejó una huella imborrable en las pistas de baile de la década de 1930. Su historia, llevada a la vida en la obra de teatro ‘Reina de la Rumba’, es un cautivador viaje a través del tiempo.
